sábado, 4 de octubre de 2008

La montaña blanca de Simón

Recuerdo a un muchacho que un día quiso ser alguien .Su sueño era el crear historias. De niño, sus relatos eran los mejores del colegio y sus historias llenaban los rincones soñados de más de una persona que lo escuchaba. No pudo estudiar aquello que quiso estudiar, no pudo seguir con sus cuentos, porque sus padres decidieron por él. Decidieron que aprendiese un oficio para poder trabajar lo antes posible. Simón era el benjamín de seis hermanos. Cuando él nació, algunos de sus hermanos ya se estaban preparando para realizar el Servicio Militar, por lo que la noticia, por un lado, llenó de alegría el hogar, pero por otro, no fue bien digerida.
Simón fue creciendo con los mimos que normalmente recibe siempre el más pequeño de una familia. Sus hermanos se marcharon fuera del hogar a trabajar, algunos de ellos, fuera del pueblo.
Damián, era el más empático de los hermanos y el que más amor profesaba a Simón. Cuando Simón era niño, siempre se sentaba en las rodillas de Damián que mirándole a los ojos, decía leer historias maravillosas que dejaban boquiabierto al niño. Así fue creciendo esa unión y ese sueño inalcanzable de Simón. Pero Damián, un día marchó al extranjero. Transcurrido el tiempo, el muchacho comenzó a trabajar. Durante unos años estuvo trabajando para otro de sus hermanos, el cual, durante ese tiempo nunca reconoció los esfuerzos del muchacho, es más, incluso lo tuvo sin legalizar.
Pasó el tiempo y Simón se casó. Le tocó vivir en una época de crisis económica, en la que tuvo que luchar mucho para mantenerse en los empleos y poder sacar a su familia adelante. Pero siempre tenía presente a su madre, por encima de todo, siempre su madre era la musa angelical de sus pensamientos. Llegó un tiempo en el que siempre la defendía a capa y espada de las desavenencias de sus otros hermanos con ella. Lo que más le apenaba a Simón era ver la cara de tristeza de su madre cuando recordaba a su hermano mayor, en los últimos años no la llamaba, no iba a verla, no daba noticias de ningún tipo. La madre sentía una gran pena, no sabía cuál era el motivo de esa indiferencia de su hijo mayor y dejó pasar el tiempo. Los mayores esfuerzos de ella eran los de mantener a la familia unida, cosa que no veía posible. Simón no era igualmente considerado por todos los hermanos, siempre se le dejaba de lado a la hora de dar las opiniones. Se le seguía considerando un niño a pesar de que se había convertido en una persona adulta e inteligente, pero no era bien valorado. Su sinceridad, su lucha ante la injusticia, su indiferencia hacia el materialismo egoísta, le hacían ser diferente a sus hermanos, por lo que sus opiniones no eran bien consideradas. Cuando su madre murió, es cuando el hermano mayor empezó a dar señales de vida. Nadie supo nunca el motivo de su ausencia, pero Simón recordaba a su madre, preguntándose si ella tenía algo que ver con esa indiferencia.
Los hermanos medianos estaban muy unidos entre sí y vivían sólo pensando en que el centro de toda la familia estaba en ellos y los demás tenían que hacer y acatar todo lo que ellos decidían, cosa que también hizo que el resto de los hermanos sólo se centrasen en ellos y fuesen olvidándose de Simón.
Pasaron los años y Simón fue siendo olvidado por sus hermanos. Algunos venían de visita a ver a su padre ya anciano, pasaban delante de la casa de Simón, pero nunca iban a verle. El hermano empresario que había amasado una enorme fortuna, empezó a atravesar problemas económicos. Su mala administración y vida por encima de sus posibilidades habían hecho que toda su fortuna se dilapidase. El hermano mayor, sufrió una terrible enfermedad, de la que tuvo que ser sometido a varias operaciones.
Sin embargo Simón era muy querido en su trabajo y en todos los lugares que él frecuentaba. Tenía muchos amigos. Sus amigos y compañeros lo valoraban por su sinceridad, honradez, sentido de la justicia y honestidad, pero no era valorado por su familia. Pasó nuevamente el tiempo y todos los hermanos se olvidaron de Simón. El pasó de ser una persona alegre, feliz y optimista a convertirse en un hombre triste, pesimista y con baja autoestima. Esto le hizo caer en una terrible enfermedad...

La historia de Simón se parece a muchas historias. Hay personas que son queridas por todos menos por su propia familia. No tiene por qué haber un motivo aparente, pero nos hace pensar que el egoísmo y egocentrismo humano permite que sucedan estas cosas. Simón se sentía menospreciado por algunos de sus hermanos. Era su forma de ser quizás la que le hacía ser distinto a los demás. Cuando una persona no piensa como una mayoría o no actúa como un grupo de personas quiere que actúe es apartado. El grupo no es consciente del daño que están haciendo, pero lo están haciendo. Unos, por su indiferencia, otros por su afán de avaricia y otros porque quieren acaparar todo el centro de atención, a costa de los demás. Imaginaos que hubiese habido una gran fortuna que heredar de los padres, ¿qué hubiera sucedido con Simón?. En los eventos familiares, era sentado en una mesa aparte de sus hermanos. En las comidas, algunos de ellos, no le dirigían la palabra. ¿Era un complot colectivo para destruirle?. ¿Se había sentido alguno de ellos aludido cuando Simón defendía a su madre? ¿Consideraban que era un "rácano" porque teniendo más poder adquisitivo que algunos de sus hermanos, vivía con más humildad?. ¿Lo consideraban un "bicho raro" porque no llevaba ropa de marca ni usaba colonia de 100 E?. ¿O lo consideraban un impertinente cuando decía lo mal que se sentía ante tales desprecios?. No sé cómo termina la historia, porque la historia todavía sigue, pero sí que supe que todos los hermanos de Simón también empezaron a enfermar.
Todo el mundo debería mirar primero a su alrededor, después en su propio interior. Los errores que se puedan cometer en el pasado, quizás si los hubo en el caso de Simón, deben de ser comentados para aclarar las diferencias y luego ser olvidados. En esta historia, todos eran incapaces de comunicarse con Simón, sólo lo evitaban, como si fuese un garbanzo negro que molesta. Cuando hay falta de comunicación es porque las personas viven tan confundidas, que han entrado en un laberinto del que no saben salir. No quieren afrontar sus propias debilidades porque les hacen daño. Es mejor apartar al que trata de comunicarse, oír ciertas verdades hacen sentir mal. El mundo vive lleno de Simones y lleno de hermanos de Simón y qué vergúenza nos hace sentir que podemos cualquiera ser protagonista de tal historia.

martes, 19 de agosto de 2008

Los niños


Los niños son el reflejo de nuestros propios espejos. Si son educados con esmero, amor y constancia, resultan niños seguros e inteligentes. Aunque en la sociedad que hoy en día nos está tocando vivr, en la que vamos siempre deprisa, es muy difícil poder compaginarlo todo. Nos preocupamos más de conseguir ese dinero para poder pagar la hipoteca y llegar a final de mes y nos olvidamos que ahí están esos pequeños reclamando nuestra atención. Muchas veces caemos en el error de decirles a todo que sí, con la idea de que nos dejen un poco más tranquilos, ya que se ponen pesados y no nos dejan terminar esa tarea que tiene que ser realizada para el día siguiente. También pensamos que no somos buenos padres si les negamos algunas de esas cosas que resulta que el amiguito del colegio tiene. Pero no sabemos la situación de ese amiguito, quizás sus padres lo colman de cosas materiales para llenar ese vacío "espiritual" que no saben llenar porque nunca están donde tienen que estar. Nos olvidamos de reflexionar y darnos cuenta de que estamos creando una especie cada vez más extendida: los monstruos del consumo.
Si nos detenemos a pensar fríamente, podemos darnos claramente cuenta de cuán aberrante resulta tener que dejar a un niño de cuatro meses en una guardería. Imaginemos si el niño a esa edad fuese capaz de tener conciencia de ello y decírnoslo, no seríamos capaces de hacerlo. Tampoco resulta razonable que el niño haga una travesura y que le riamos la gracia, diciendo lo gracioso que es. ¡Cuántas veces ha ocurrido eso! O que un día, aparezca un padre furioso en el colegio y quiera enganchar al profesor del cuello porque castigó a su hijo por haber hecho una trastada. ¿Qué clase de mostruitos repelentes estamos creando? ¿Y qué pasa si el niño es agresivo?. No podemos decírles que sí a todo. Un "no" a tiempo, puede salvar de la situación de que tal vez, en un futuro ese niño no sea un delincuente. Y la nueva moda cada vez más extendida de que el niño tenga un móvil, eso.....se sale de lo corriente. Con ocho y nueve años, muchos niños ya lo tienen. Imagínense qué tendrán a los doce. Los niños son personas en formación, necesitan de nuestras enseñanzas, pero de forma coherente. Nosotros no somos perfectos y cometeremos muchos errores, por eso somos humanos, pero de los errores nuestros ellos tambien aprenderán. No son juguetitos de adorno para sacarlos de paseo y presumir ante nuestras amistades. S0n mucho más, aunque a más de alguno se le olvide.
La sociedad del mañana será la que ellos creen y si se dedican a "tener" y conseguir sea como sea todo lo que quieren, nos podemos imaginar cómo actuarán cuando sean mayores. Si dejamos que hagan las travesuras riéndonos ante ellas, las juzgarán como algo bueno. Serán manipuladores, maltratadores, egoístas y sin escrúpulos. Me imagino un mundo poco halagüeño.
Reflexionemos un poco y tratemos de ser prudentes con ellos, tampoco seamos demasiado estrictos y les amarguemos la existencia, todo tiene que estar en equilibrio.

La intolerancia



Según las definiciones de los diccionarios de la Lengua Española, la intolerancia es una reacción del organismo frente a substancias u objetos ajenos al mismo. Pero la intolerancia que todos conocemos es otra. Es como un velo que cubre los ojos de quienes la padecen, no queriendo ver aquello que no le agrada o que considera no válido porque no es como él quiere que sea. Debido a esto, es la causa de todas las guerras, donde nadie quiere oir la opinión del otro. Sólo vale la de uno mismo, el ser como uno es, sin admitir el ser de los demás. ¡Cuánto mejor iría el mundo si no existiese!

Vida después de la vida



A finales del siglo pasado, el controvertido debate de si hay vida después de la muerte recobró su máximo esplendor cuando el doctor Raymond Moody publicó su libro “Vida después de la Vida”. Este psiquiatra y profesor de filosofía americano es considerado una eminencia mundial en la investigación sobre las experiencias cercanas a la muerte. Su libro vendió más de trece millones de ejemplares, siendo para unos, la puerta a la esperanza y para otros, algo polémico y difícil de demostrar.

El denominador común de sus investigaciones está en el hecho de la condición humana, que es la de morir. Sin embargo, es bastante natural que la gente quiera saber qué les va a suceder a sus seres queridos cuando fallecen; esa necesidad imperiosa de querer saber a dónde van, queriendo dar una explicación racional al destino humano. ¿Para qué venimos? ¿Por qué tanto sufrimiento a lo largo de una vida?. Todas las filosofías razonan sobre el concepto mente-cuerpo. También las religiones basan sus conceptos en el raciocinio de darle un matiz más espiritual. Como conclusión está, que de alguna manera, todos terminan por querer dar un sentido a la existencia.

Hará más de diez años que adquirí el mencionado libro. Era una época de mi vida, en la que siendo joven, me tocó vivir momentos muy duros y en una inconmesurable búsqueda en dar sentido a todo lo que me estaba sucediendo, me aferré a la lectura de toda clase de libros filosóficos y existenciales. La verdad es que como escéptica en algunos matices, pero creyente en otros, terminé por convencerme de que podría ser posible. Toda persona que haya sido educada en algún tipo de religión, en mi caso, la Católica Apostólica Romana, como era la costumbre en la época, donde a las niñas se nos destinaba la educación en colegio de monjas. Siempre se nos decía y se corroboraba con la lectura de la Biblia, con la existencia de un alma.

Pero dejando el romanticismo aparte, bien es sabido, que los científicos llevan años tratando de indagar en un tema tan difícil de demostrar como interesante. Unos, han desarrollado algunas conclusiones como la de explicar que dentro de nuestro cerebro hay un mecanismo, que bien, debido a los efectos de las anestesias o sedantes a las que los enfermos son sometidos en los momentos en que fueron dados clínicamente por muertos. hace que una serie de sustancias cerebrales se pongan alerta. Pero, en algunos casos, hubo personas a las que no se les suministró ningún tipo de fármaco y también tuvieron las llamadas “experiencias cercanas a la muerte”.

Las experiencias cercanas a la muerte, o como se les quiera llamar, son experiencias que personas que fueron dadas como muertas durante unos minutos, se vieron inmersas en un panorama tridimensional. Muchos de ellos, relatan, que se vieron a sí mismos en el hospital, pudiendo ver y escuchar todo lo que hacían y decían los que allí estaban, incluso certificando su muerte. Posteriormente, la secuencia de su vida se iba sucediendo de una forma espontánea y finalmente se encontraban en un túnel luminoso, donde allí, a lo largo del camino les aguardaban los seres queridos que ya habían fallecido con anterioridad. Todos los que experimentaron aquello se transformaron como personas. Empiezan a ver la vida desde otra perspectiva. Relatan que tanto materialismo es innecesario y que lo más importante es aprender a amarnos los unos a los otros. No se convierten en unos santos ni mucho menos, porque es difícil vivir sin enfadarse o decir cosas que no deberías, pero sí hay una conciencia renovada.

El propio Raymond Moody, aún siendo testigo de muchos experimentos y vivencias acaecidas, es prudente en afirmar rotundamente sobre la existencia de tales fenómenos, pero sí afirma, que no es todo producto de la corteza cerebral, como en algunas otras investigaciones se ha concluido, sino que existe algo más fuera de la consciencia y que hay mucho que estudiar al respecto.Lo que sí es cierto, que según éste psiquiatra, nada tiene de comparación las personas que vivieron este tipo de hechos, con las que presentan algún trastorno psíquico, siendo víctimas de delirios o alucinaciones.

Sería fascinante que dentro de unos años, se pudiese llegar a una conclusión más exacta. Si realmente existe algo más allá de la muerte, no seríamos más que viajeros de paso y si no existe nada, tendríamos que resignarnos a que sólo somos seres biológicos que terminan su existencia cuando nuestro cerebro deja de funcionar.

martes, 5 de agosto de 2008