domingo, 4 de marzo de 2012


UN MOMENTO

Segundo a segundo transcurre el tiempo,
entre ocaso de eclipse rojo
que transforma en noche la luz del día.
Yace la hierba bajo el árbol
y el ocaso se hace noche.
El cielo llora en gris ceremonia
cubriendo el verde valle
que cubre los mundos.
Y las gacelas corretean
recelosas de lo que puede ocurrir.
Todavía la vida huele a esperanza,
todavía el mar huele a sal
y las aves vacilantes llegan
y se posan en la verja de la soledad.
Llueve en los prados,
porque el cielo derramó sus soledades,
dejando que las nubes esperen
y sellen su melancolía.
¡No llores mundo!
El corazón no duele,
porque es el alma quien se hiere
y aunque las gaviotas se vayan
del mar de mi esperanza,
todavía quedará un momento
para el olvido.

Elena Sánchez Brun

2 comentarios:

Anna Genovés dijo...

Elena,

No llores mundo… ¡Qué palabras tan hermosas!. Porque yo pienso que hace mucho que no ha parado de llorar.

Ya no sabe como entregarnos sus dádivas, menos mal, que, como tú dices, siempre quedará una gaviota que volará… Y nos socorrerá.

Muy bello. Ann@ Genovés

Elena dijo...

Parece que llorando nos dejamos deshilvanar y nos sumergimos en la sinceridad, parece que si estamos contentos, los versos salen distintos y parece que cuandoo no estamos ni de una ni de otra forma, entonces la inspiración parece estar ausente.